Pasa desapercibido y es menos firme, pero resulta igual de complicado acabar con él. Desde hace un tiempo, los diferentes feminismos aspiran a destruir el afamado “techo de cristal”, sin embargo, existe otro obstáculo que no permite transformar las jerarquías estructurales del ámbito laboral y con el cual deben lidiar las mujeres a diario; el suelo pegajoso.