En un mundo cada vez más urbanizado, las mujeres rurales desempeñan un papel crucial en la sostenibilidad de nuestro planeta y en la preservación de nuestras tradiciones. Aunque a menudo pasan desapercibidas, su contribución es invaluable, tanto en la economía como en la cohesión social y cultural de sus comunidades. Cada 15 de octubre, el Día Internacional de las Mujeres Rurales nos recuerda su importante labor, invitándonos a reflexionar sobre los desafíos que enfrentan y la necesidad urgente de políticas que promuevan su empoderamiento.

Establecido en 2007 por la Asamblea General de las Naciones Unidas, el Día Internacional de las Mujeres Rurales tiene sus raíces en la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer celebrada en Beijing en 1995. Esta jornada fue el resultado de años de lucha y abogacía de diversas organizaciones que buscaban visibilizar la situación de las mujeres en el medio rural, destacando su papel en la economía y en la preservación del medio ambiente.

Las mujeres rurales son multitareas por naturaleza: son productoras de alimentos, guardianas del medio ambiente, impulsoras económicas y cohesionadoras sociales. Representan el 43% de la fuerza laboral agrícola en los países en desarrollo, una cifra que pone de manifiesto su papel en la seguridad alimentaria mundial. Además, desempeñan un rol crucial en la conservación de las tradiciones y prácticas agrícolas sostenibles, transmitiendo conocimientos ancestrales de generación en generación. En muchas regiones, son también quienes lideran iniciativas de emprendimiento, creando nuevas oportunidades económicas para sus comunidades, como en el turismo rural o la artesanía.

A pesar de su importancia, las mujeres rurales enfrentan numerosos obstáculos que limitan su pleno desarrollo. Entre estos desafíos se encuentran la desigualdad en el acceso a recursos como la tierra, el crédito y la tecnología; la sobrecarga de trabajo no remunerado en el hogar y en las explotaciones agrícolas; y su escasa representación en los procesos de toma de decisiones tanto a nivel local como global. Esta falta de reconocimiento institucional perpetúa su invisibilidad, a pesar de que su trabajo es esencial para el bienestar de las comunidades rurales y para la sostenibilidad del medio ambiente.

El cambio climático es otro reto que afecta desproporcionadamente a las mujeres rurales. Dependiendo directamente de los recursos naturales para su sustento, estas mujeres son especialmente vulnerables a los desastres climáticos, como sequías e inundaciones, que amenazan sus medios de vida. Sin embargo, a pesar de estas dificultades, son también líderes en la implementación de prácticas agrícolas resilientes y sostenibles, demostrando una enorme capacidad de adaptación.

Para superar estos desafíos, se han puesto en marcha diversas iniciativas globales que buscan empoderar a las mujeres rurales. Entre ellas destacan los programas de microcréditos, que les permiten acceder a financiación para iniciar sus propios negocios; la educación y la capacitación técnica, que les brindan las herramientas necesarias para mejorar sus competencias; y las reformas legales que garantizan sus derechos de propiedad y herencia. Además, el acceso a tecnologías agrícolas y digitales está facilitando su integración en un mercado laboral cada vez más diversificado, permitiéndoles ampliar sus horizontes y mejorar sus condiciones de vida.

En España, la realidad de las mujeres rurales no es muy diferente. Representan el 48% de la población en municipios pequeños, pero se enfrentan a desafíos específicos que dificultan su progreso. La despoblación en áreas rurales, conocida como la "España vaciada", afecta particularmente a las mujeres jóvenes, muchas de las cuales optan por emigrar a áreas urbanas en busca de mejores oportunidades. La brecha de género sigue siendo un problema, y aunque existen leyes como la de Titularidad Compartida, su implementación avanza lentamente. Sin embargo, las mujeres rurales en España están liderando iniciativas innovadoras en sectores como el turismo rural y la agricultura ecológica, convirtiéndose en referentes de emprendimiento en sus comunidades.

Existen diversas políticas y programas en España diseñados para apoyar a estas mujeres. Entre ellos se incluyen el Programa de Emprendimiento de Mujeres Rurales (EMRU), las subvenciones del Instituto de la Mujer, las ayudas de la Política Agrícola Común (PAC) y los Programas de Desarrollo Rural (PDR). Estas iniciativas buscan fomentar el emprendimiento, mejorar la conciliación entre el trabajo y la vida familiar, y garantizar el acceso a servicios esenciales en las zonas rurales.

El reconocimiento del Día Internacional de las Mujeres Rurales es más que una celebración simbólica; es un llamado a la acción para que los gobiernos y las instituciones adopten medidas concretas que mejoren las condiciones de vida de estas mujeres. El acceso a recursos, la igualdad de oportunidades y la participación en la toma de decisiones son fundamentales para su empoderamiento. Solo mediante el apoyo efectivo a las mujeres rurales podremos construir un futuro más equitativo y sostenible para todos.

Las mujeres rurales son las verdaderas guardianas de nuestra tierra y nuestras tradiciones. Su trabajo, aunque a menudo invisible, es vital para el funcionamiento de las economías rurales y la preservación del medio ambiente. Es hora de que el mundo reconozca su valor y les brinde el apoyo que merecen, creando políticas que promuevan su desarrollo y garanticen su bienestar. Solo así podremos garantizar un futuro donde tanto hombres como mujeres en el medio rural puedan prosperar en igualdad de condiciones.

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