Ytale Nuñez Osorio
La lucha socioeconómica y cultural por la igualdad no es una metáfora, es más bien una pelea incesante por cambiar el modelo que por siglos se ha normalizado a nivel global. El Techo de Cristal continúa siendo una limitación que impone una barrera para la realización de las mujeres en el ámbito profesional, creado por estereotipos de género y sesgos culturales, de los cuales aún somos inconscientes.
El 08 de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora, es una fecha que nos lleva a cuestionarnos qué acciones hemos implementado para reivindicar realmente la desigualdad de derechos para las mujeres en varios ámbitos. Entre ellos, el acceso a la promoción de más y mejores cargos, a puestos de toma de decisiones.
Preguntas como: ¿Por qué en los clubes empresariales participan mayoritariamente hombres?; ¿Por qué los cargos de responsabilidad son ocupados generalmente por hombres?; ¿Por qué los puestos de liderazgo son asociados con hombres?; ¿Por qué a mujeres con las mismas capacidades que un hombre le cuesta tanto promocionar a puestos de poder y decisiones? Así, la lista de interrogantes suma y sigue.
Y es que las culturas masculinizadas nos hacen desembocar en una serie de costumbres que nos llevan a la ejecución de prácticas discriminatorias hacia las mujeres cuando se trata de acceder a cargos directivos en las empresas. Si le sumamos las brechas salariales y los roles sociales, nos encontramos frente a la invisibilidad femenina a la hora de abrir camino en la promoción profesional de las mujeres, dando forma al Techo de Cristal.
Si bien hay países que han logrado aumentar su tasa de empleo femenina, las brechas que persisten en el mercado laboral a nivel mundial siguen siendo el principal desafío para alcanzar la igualdad de género, un componente clave del desarrollo sostenible. Países como Filipinas y Singapur han logrado equiparar la representación femenina en posiciones directivas, bordeando el 50% en sus nóminas.
España se ubica en la posición Nº 11 del Ranking mundial de porcentajes de mujeres en puestos de alta dirección, alcanzando un 38%. Cifra que podría dejarnos felices, pero que a la vez nos desafía a seguir trabajando en pro de la igualdad entre mujeres y hombres en todos los ámbitos, eliminando las barreras de invisibilidad y erradicando la discriminación por género en el ascenso laboral femenino.
Nos enfrentamos a una brecha global que persiste pese a los avances aparentes. En este escenario es importante mencionar y recordar cuáles son las medidas para quebrar el techo de cristal en una empresa: minimizar las brechas salariales, fomentar políticas de conciliación, desarrollar planes de igualdad efectivos, contar con una representación empresarial paritaria y asegurar una política de contratación, promoción y retención del talento de forma igualitaria, entre otras.