No son pocos los estudios y declaraciones de instituciones prestigiosas que comienzan a reconocer que las mujeres y niñas con discapacidad están expuestas a una situación de especial vulnerabilidad ante la violencia y abuso perpetrados contra ellas.
El estudio llevado a cabo por la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género, contrastado y canalizado con la Fundación CERMI Mujeres, ha puesto de manifiesto que las mujeres con discapacidad tienden a naturalizar la desigualdad. Como consecuencia se encuentran con una doble vulnerabilidad derivada del género y la discapacidad, que habitualmente no han sido considerados ni por las políticas en materia de violencia contra la mujer, ni tampoco por las dedicadas a las cuestiones de discapacidad.
Es cierto que en los últimos años han aumentado los programas dirigidos a informar, asesorar y proteger a las mujeres contra la violencia. Sin embargo, dichos programas no han tenido en cuenta las peculiaridades que presentan las mujeres con discapacidad como sector diverso y complejo cuyas principales diferencias debieran ser tenidas en cuenta en la práctica profesional
Las mujeres con discapacidad tienen un alto riesgo de experimentar violencia dada la prevalencia social de estereotipos y aspectos subjetivos que intentan deshumanizarlas o infantilizarlas, así como excluirlas o aislarlas, convirtiéndolas en un objeto de violencia sexual o de otro tipo. A lo que se une un gran desconocimiento de la sexualidad por parte de este colectivo.
De los resultados de la encuesta llevada a cabo por estudio de la Delegación del Gobierno se obtuvo que, de las 155 mujeres con discapacidad que participaron en el estudio, el 71% manifestaron haber sufrido algún tipo de violencia de género en algún momento de su vida.
El estudio pone de relevancia que la violencia psicológica de control es la que se ejerce con más frecuencia, ya sea por su parejas actuales o del pasado. Le sigue la violencia emocional y la sexual, seguida de la física y por último de la económica.
El en caso de las mujeres víctimas de agresiones sexuales, en un número demasiado elevado de casos, ha revelado situaciones de incesto, donde los causantes de las agresiones pertenecían al círculo familiar (padres, padrastros, tíos, primos o amigos del padre). Siendo un discurso habitual por parte de las mujeres con discapacidad, el haberse visto coaccionadas a soportar tocamientos y ser obligadas a mantener relaciones sexuales.
De las 155 mujeres que participaron en el estudio, 12 indicaron que su situación de discapacidad procedía de una situación de violencia de género. Es decir, el 7,74% de las participantes tenían una situación sobrevenida por la violencia de genero.
Las formas de violencia hacía las mujeres con discapacidad incluyen situaciones de abandono, aislamiento social, confinamiento, humillación, arresto, denegación de cuidados sanitarios, esterilización o tratamiento psiquiátrico forzoso.
Estas mujeres enfrentan a una serie de barreras que agravan su situación de violencia como son la falta de adaptación de documentos informativos en lectura fácil o en Braille, ausencia o limitación de intérpretes de lengua de signos, y desconocimiento por parte de los/as agentes de los cuerpos de seguridad del estado sobre la discapacidad
Ante este panorama, sigue siendo fundamental las acciones de sensibilización, detección y coordinación de todos los agentes sociales y de seguridad del estado para la lucha contra la violencia de género, con la especial atención a mujeres con discapacidad.